Yo encendí un Faro...


En la oscuridad de la noche, el navegante solo tiene la luz del faro, brillando a lo lejos, para hallar el camino hacia puerto seguro. 
En la oscuridad de nuestros días, Dios enciende un Faro para alumbrar el Camino que nos han marcado sus Huellas... El Faro encendido en la Cruz, nos alumbra el difícil Camino de la Resurrección, Camino hecho de Huellas ensangrentadas por el peso de la muerte, del pecado, de nuestras debilidades y miserias. No se trata de andar sufriendo, culpándose enfermizamente; por cierto, es todo lo contrario. Simplemente se trata de mirarnos profundamente y aceptar nuestros errores, aquello que nos aleja de Dios, de los seres que amamos, que nos hiere, a nosotros y a los que nos rodea. Y, aunque parezca paradójico, encontrar nuestros errores, es hallar nuestras virtudes, nuestros talentos, nuestra fortaleza. Es darnos cuenta, de todo lo que somos capaces de superar y de alcanzar cuando decidimos seguir ese Camino hacia la Cruz que nos propone Jesús, que no consiste en autoflagelarse tontamente para alcanzar virtudes  celestiales, sino de liberarnos de todo lo que nos impide gozar de la plenitud de esa Nueva Vida que ya, ahora, en este mundo, nos concedió Dios en la Resurrección de Cristo Jesús. Es, en definitiva, asumirnos como lo que somos, en toda su dimensión, apreciar lo bueno, desechar lo malo y descubrirnos en esa, nuestra cruz, faro para otros que ilumina el Camino que ha dejado en nosotros sus Huellas...
Ale Soria. Las Huellas de Jesús.

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