De la vida de un santo

Sobre su nombre y nacimiento
hasta el día de hoy no están
las historia de acuerdo;
fue desconocido y vulgar.
Cuantos le hablaban, le olvidaban
en seguida, para quedar
sin darse cuenta otro poco
más alegres, más en paz.
Quien nos lo pinta encerrado 
en mística soledad;
quien dice que habitó en el ruido,
dejó familia y ganó el pan.
Sólo nos consta que solía,
al salir de su portal,
mirar el color del cielo
y, tropezando, suspirar.
que le gustaba andar despacio,
ir silbando al ver pasar
la gente, y tenía algunas
dulces manías que cultivar.
Sin pensarlo mucho, rezaba
con costumbre de olvido ya, 
confiaba y se distraía
 en la vida y su zumbar.
Murió y despertó asombrado
al encontrarse santo allá,
riega milagros pequeños
que a nadie dan nada que hablar. 

José María Valverde


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