Evangelio del día (domingo 8 de noviembre de 2020)

 Evangelio según San Mateo

Por eso, el Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes. Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos. Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas. Pero a medianoche se oyó un grito: "Ya viene el esposo, salgan a su encuentro". Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas. Las necias dijeron a las prudentes: "¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?" Pero estas les respondieron: "No va alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado". Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él a la sala nupcial y se cerró la puerta. Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: "Señor, Señor, ábrenos", pero él les respondió: "Les aseguro que no las conozco". Estén prevenidos porque no saben el día, ni la hora.
Palabra de Dios (Mt. 25, 1-13)

Nos cuenta San Mateo

El quinto resumen de las enseñanzas de Jesús que narra San Mateo en su Evangelio, se refiere al final de los tiempos, cuando el Reino de los Cielos alcanzará su plenitud. El fin del mundo está descripto con expresiones simbólicas, propias del estilo "apocalíptico", que no deben tomarse al pie de la letra. Y este anuncio se mezcla con la descripción de la ruina de Jerusalén, acaecida en el año 70. Pero nadie sabe cuándo va a llegar el fin. Por eso, el Señor nos exhorta con esta  parábola (y otras dos más) a estar siempre prevenidos. Y la manera por excelencia de prepararnos para el Juicio es reconocerlo y servirlo a él en "el más pequeño" de sus hermanos (Mt. 25, 34.40) [1]

Nos cuenta Jesús

En esta breve parábola, Jesús nos anima a estar "prevenidos", a ser "prudentes" porque nadie sabe el día ni hora en la que él regresará. Los primeros cristianos tenían la creencia de que ese regreso era inminente, que ocurriría de un momento a otro; sin embargo, el tiempo fue pasando acumulando en la historia de la humanidad veinte siglos, y solo Dios sabe cuantos más seguirán acumulándose. Pero vendrá, y más allá de las profecías, nuestras fantasías y algún charlatán suelto por ahí, lo cierto es que vendrá y todos lo veremos, todos seremos testigos de ese regreso que tanto ansiamos. ¿Cuándo, cómo? Cuando y como lo decida Dios Padre, pero regresará.
Mientras tanto, hay algo que sucede a diario: Jesús regresa por cada uno de nosotros, y tampoco sabemos el día ni la hora en que nuestro paso por este mundo acabe. Por lo que debemos ser prudentes y estar prevenidos, para que nos encuentre con nuestras lámparas encendidas, iluminando al mundo.
La respuesta de las jóvenes prudentes puede parecer a simple vista egoísta, contradictoria con toda la enseñanza que hemos recibido siempre de parte de Jesús, sin embargo, es justo lo contario. "No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado" ¿Cuál será, pues, ese "aceite" que nunca debe faltar de nuestras lámparas, para que siempre estén encendidas? Simplemente, el amor. El amor por nuestros hermanos, el amor por el Evangelio, el amor con el que hacemos cada cosa, con el que decimos cada palabra, con el que vivimos cada día. Y, ese amor, se hace luz en nuestras acciones, en nuestra vida cotidiana, el amor que habita en nosotros debe ser una luz, que ilumine el camino, que llame la atención de los que nos rodea, nuestra más profunda y visible identidad. Pero,  el amor es un sentimiento absolutamente personal, intransferible a lo demás. Tiene que estar en nosotros, y la única manera de hacerlo vivir en otro es amándolo. 
En síntesis, lo que nos dice Jesús es que cuando el regrese por nosotros, nos quiere encontrar amando, encendiendo el camino de otro, dando lo mejor de nosotros, sirviendo a nuestros hermanos. Siempre, porque no sabemos ni el día ni la hora en que llegará a buscarnos para compartir con él, el banquete celestial.

[1] Fuente: Comentario del Evangelio de San Mateo, La Biblia (El Libro del Pueblo de Dios)



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