Adán y Eva

(en ilustraciones para niños)

Después de crear los cielos y la tierra, el Señor Dios hizo brotar toda clase de plantas y frutos, pero no había nadie que los cultivara. Entonces, hizo un muñeco de barro y, soplando aliento de vida, creó al hombre. 



Luego, lo llevó al jardín del Edén y le dijo: "Puedes comer de todos los frutos, pero no comas los del árbol del conocimiento del bien y el mal, porque quedarás sujeto de muerte". Y dicho esto, comenzó a crear todos los animales de la tierra y lo cielos, para que el hombre les pusiera nombre y encontrará ayuda idónea entre ellos. Pero, después de darle nombre a todos los animales, el hombre se sintió triste, porque no encontró entre ellos la ayuda adecuada.


Entonces, el señor Dios hizo caer sobre el hombre un sueño profundo y, tomando una de sus costillas, creó una mujer. Al despertar, el hombre se sintió feliz y dijo a Dios: "Ella si es carne de mi carne, por eso se llamará mujer". Y, desde entonces, el hombre deja su casa y se une a su mujer y juntos forman una sola carne.


Ambos estaban desnudos, pero no sentían vergüenza.
Cierto día que la mujer recogía frutos del jardín, la serpiente la llamó desde el árbol del conocimiento del bien y el mal, diciéndole: "Mujer, ¿por que no tomás los frutos de este árbol?" La mujer respondió: "Porque Dios nos lo ha prohibido; si lo comemos, moriremos..." "Es mentira, respondió la serpiente, lo que sucede es que Dios sabe que si comen de estos frutos serán igual de sabios que él en el conocimiento del bien y el mal. Ven, acércate, mirá que sabrosos son, prueba..." La mujer dudó, y finalmente tomó uno de los frutos y comió. En verdad eran apetitosos.


Enseguida, fue con el hombre y le dio de comer. Este aceptó y al comer del fruto, ambos descubrieron que estaban desnudos y sintieron vergüenza.


Al escuchar que el Señor Dios venía a su encuentro, se escondieron; él los llamó, preguntando dónde estaban. Entonces, el hombre respondió: "Aquí, Señor. Nos hemos cubiertos porque estamos desnudos" Dios preguntó: "¿Cómo te has dado cuenta de esto? ¿Acaso has comido del árbol que te pedí que no lo hicieras?" El hombre respondió: "La mujer que me diste me dio y comí" La mujer dijo entonces: "La serpiente me dio y comí" 


La serpiente quiso huir, pero el Señor Dios dijo: "¿Por qué has hecho eso? Desde ahora, maldita serás de entre todas las bestias, andarás arrastrándote y una mujer aplastará tu cabeza" Y dijo al hombre y a la mujer: "Trabajarás la tierra y ganarás tu alimento con el sudor de tu frente; y, tú mujer, darás a luz con dolor y tu marido te dominará". Luego, les hizo unas túnicas de piel y los echó del jardín del Edén. 
Al marcharse el hombre y la mujer, el Señor Dios, puso querubines para vigilar el árbol de la vida para que nadie se acercará a él.


El relato de Adán y Eva 

Lo primero antes de cualquier encuentro de catequesis, es hacer una lectura orante del texto que vamos a transmitir a nuestros chicos. Esta es una adaptación breve de Génesis 2, 4 (b) - 3, 16; si leemos el relato, textual de la Biblia, lo más probable es que se aburran y escuchen la mitad de la historia. Por eso, lo mejor es leerlo previamente, reflexionarlo y extraer una enseñanza central; a partir de esa enseñanza, narrar el relato, apoyándose en los dibujos, llevando al grupo a ese mensaje que queremos enseñar. Al terminar el relato, ameno, con vocabulario cercano a la edad del grupo, familiar a ellos, simplemente preguntar: ¿Qué nos habrá querido enseñar Jesús con esta historia? Nombrar a Jesús en un relato del Antiguo Testamento, lo hace partícipe de él, lo pone en el centro de la escena y permite que los chicos  empiecen a encontrar a Jesús presente en toda la Biblia, en toda la historia de la humanidad, en su día a día. 
Las respuestas pueden ser muchas y muy variadas, hasta el punto de que nuestro encuentro tome un rumbo que no era el que habíamos proyectado ¿Qué hacer? Simplemente, dejar que pase y luego, ir guiando a los chicos a la actividad que habíamos preparado, para que todo tenga una conexión, pero nunca dar a entender que están "equivocados". No lo están, es lo que Dios quería decirles, es lo que recibieron, porque eran lo que necesitaban escuchar en su corazón; cuando Dios habla, nunca se equivoca en el mensaje, todo se complementa, se unifica y se fortalece.
En el relato de Adán y Eva, hay que partir de que no estamos frente a una "crónica histórica", con fundamentos científicos para describir hechos reales del pasado. Los dos relatos de creación que encontramos al comienzo del Libro del Génesis, son mitos, cuentos breves que buscan transmitir una enseñanza de vida y no una tesis científica y como tal deben ser presentados; no hay que tener temor frente a los chicos de "confundirlos" o de que "no entiendan". Precisamente, si queremos hacer que reciban estos relatos como hechos histórico irrefutables, es como vamos a confundirlos, no van a entender la enseñanza que buscamos darle y, con el tiempo, es posible que caigan en escepticismo. 
Son muchas las enseñanzas que nos deja este relato, y en una lectura orante del texto, Dios nos hablará personalmente a cada uno. Aquí, les comparto una pequeña guía del mensaje que se encierra en él.
  • Pero todavía no había nadie que los cultivara: Dios ha creado los cielos y la tierra, pero todavía no había nadie que cuidara de su creación; por eso, toma barro, hace un muñeco, con sus manos, y le da aliento de vida, para confiarle su creación, para compartir con él todo lo que ha creado. Dios crea a la humanidad para hacerla su familia. 
  • No encuentra entre ellos ayuda adecuada: Dios crea a los animales y se los entrega al hombre, pero él no encuentra entre ellos ayuda adecuada. Entonces, hace caer un sueño y de sus costillas forma a la mujer. Ni de la cabeza, porque no fue creada para mandar, ni de sus pies, porque no fue creada para esclavizar. De la costilla, que protege al corazón, porque fue creada para ser ayuda adecuada, compañera, vínculo de amor. Juntos formaran la familia, la sociedad: JUNTOS. Serán la cimiente de una humanidad justa, fraterna, sin amos ni esclavos.
  • El árbol del conocimiento del bien y el mal: Es el símbolo de la principal característica del ser humano: EL PECADO ORIGINAL. Dios le pide al hombre y a la mujer que no coman de este árbol, porque quedarán sujetos de muerte. "Les pide", no se los "prohíbe" porque confía en que no lo harán. Sin embargo, frente a la tentación de la serpiente, poco importa lo que les pide Dios. Darse cuenta de que "estaban desnudos" es darse cuenta de que hicieron algo que no debían, es darse cuenta de que tienen "algo" que esconder, que ocultar como si por estar oculto, desapareciera. Y, cuando Dios los enfrenta a lo hecho, la respuesta del hombre es: "La mujer que me diste"; ya no era más "carne de mi carne" sino "la que me diste". No solo culpa a la mujer, también a Dios, porque si no se la hubiera "dado"... Así somos. Todos, desde el día que nacemos. El ser "niños" no nos libra de ese "pecado original". Ese pecado original, que no es otra cosa que la predisposición que todos tenemos de buscar nuestro propio bienestar, sin importarnos qué consecuencias tiene para los demás. Cargar a mi compañero de escuela y dejarlo en ridículo, provoca las risas de todos y me vuelve "popular", me da un cierto "poder", todos me obedecen y me temen y se ríen para zafar de la próxima cargada. Reírme, me permite entrar del círculo cercano del "popular" y me deja a salvo de las risas de los demás. Me da bronca lo que le hacen a mi compañero, no me rio, pero me callo, porque sino voy a ser yo al que pongan en ridículo. Nada le importa a ninguno del que queda en el centro de las burlas; cada uno busca estar en su lugar cómodo, a salvo, sin importar que eso le destruya la vida a otro. Y, si la maestra nos reprocha nuestra actitud, nos culpamos unos a otros: "ella le dijo eso", "lo que pasa que es gordo, morocho, alto, petizo, tiene lentes feos, no es perfecto como yo", "tenía miedo que no me creyeran", etc. etc. etc... ¡Siempre tenemos excusas, siempre, todos! El autor bíblico observa que a cierta edad, el ser humano empieza a tener vergüenza de estar desnudo frente a los demás; es en esa edad en que las enseñanzas de nuestro mayores nos hacen ver por sí mismos nuestras malas acciones, cuando nos empezamos a darnos cuenta de que lo que estamos haciendo no es correcto, y por eso utiliza este simbolismo de "estar desnudos"; esconder nuestros actos, para que no se vean y nadie sepa lo que somos en realidad. Pero, Dios, siempre nos encuentra, sabe que estamos ahí, lo que nos hizo vernos "desnudos". No se "enoja", más bien nos hace entender las consecuencias de lo que hicimos; y, antes de partir, nos da "túnicas nuevas" con las que cubrirnos. Esa "nueva túnica" es Jesús, que nos viste con un nuevo espíritu y nos hace dignos frente al Padre.

Actividad sugerida:

En una cartulina, dibujar un árbol con círculos de color, (pegadas con cinta adhesiva, para que se puedan quitar) una por cada chico y catequista. Las repartimos a los chicos y le pedimos que piensen cuál es ese "pecado original" que sienten en su corazón y lo escriban en el "fruto" del árbol del conocimiento del bien y el mal. Después, cada uno lo deja a los pies de Jesús (tener en el altar alguna imagen de Jesús, o realizarlo dónde haya una) para que él nos ayude a cambiar y ser mejores personas.
Cerrar el encuentro con una oración junto a Jesús. 








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