Yo soy la Resurrección y la Vida

Evangelio según San Juan:


Jesús le dijo:
"Yo soy la Resurrección y la Vida.
El que cree en mí, aunque muera, vivirá;
y todo el que vive y cree en mí,
no morirá jamás.
¿Crees esto?"
Ella le respondió: "Si, Señor, creo que eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo". 
Después fue a llamar a María, su hermana, y le dijo en voz baja: "El Maestro está aquí y te llama". Al oír esto, ella se levantó rápidamente y fue a su encuentro. Jesús no había llegado todavía al pueblo, sino que estaba en el mismo sitio donde Marta lo había encontrado.
Palabra de Dios. Jn. 11, 35-30


¿Crees esto?

Esta enseñanza que hemos aprendido desde niños, y hemos aceptado por fe, nos vuelve a interpelar hoy, mucho más fuertemente en medio de este tiempo de enfermedad y muerte. La respuesta inmediata que acudirá a nuestros labios es la misma que la de Marta: "Si, Señor, creo que eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo". Pero, al igual que María, cuando la dura realidad nos golpea sin piedad y nos arrebata lo que amamos nos decimos: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no hubiera muerto"(Jn. 11, 32b). Y ante el anuncio del Evangelio, también responderíamos, como Marta: "Señor, huele mal, ya hace cuatro días que ha muerto" (Jn. 11, 39b), olvidando que para Dios nada es imposible. Nada.
No se trata de fe ingenua, ni milagro fácil. La muerte nos llega a todos; Lázaro murió tiempo después, como el resto de los seres humanos. El mismo Jesús murió en la Cruz. Se trata de la convicción de que la "muerte" solo es una transformación de ser humano, que deja este cuerpo mundano, para entrar en la plena Presencia de Dios. El dolor de la perdida de esa presencia física del ser amado, es la "piedra" que debemos remover de nuestro corazón, para ese reencuentro, misterioso, de fe, de Resurrección.
Pero, Jesús no solo es la Resurrección y la Vida de nuestros difuntos. Es la nuestra, aquí y ahora. El siempre está cerca, pronto a remover todos nuestros dolores, frustraciones, traiciones, ausencias, para devolvernos a la Vida, la Vida que ya tenemos en él, la que nada ni nadie puede quitarnos.
En definitiva, "creer esto" es perder el miedo a la muerte. Enfrentar cada día, con todos sus pesares, en la certeza de que Jesús siempre está junto a nosotros, sosteniéndonos, reconfortándonos, quitando todo los obstáculos... Siempre está. Y a su lado, lo podemos todo.

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