Pentecostés 2021

 

La venida del Espíritu Santo

al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse.
Había en Jerusalén judíos piadosos, venidos de todas las naciones del mundo. Al oírse este ruido, se congregó la multitud y se llenó de asombro, porque cada uno os oía hablar en su propia lengua. Con gran admiración y estupor decían: "¿Acaso estos hombres que hablan no son todos galileos? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye en su propia lengua? Partos, medos y elamitas, los que habitamos en la Mesopotamia o en la misma Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia Menor, en Frigia y en Panfilia, en Egipto, en la Libia Cirenaica, los peregrinos de Roma, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.
Palabra de Dios. Hechos 2, 1-11


Reciban el Espíritu Santo

La promesa de Jesús hechas a sus Apóstoles se cumple durante la fiesta de Pentecostés y nace la Iglesia, el nuevo pueblo de Dios, que hablará en todas las lenguas, a todos los pueblos del mundo, proclamando las maravillas del Señor.
Hoy recordamos ese día con gozo y esperanza, en la certeza de que el Espíritu Santo habita en medio nuestro y nos renueva en su amor. El Espíritu de Dios, que hemos recibido en toda su plenitud en nuestro bautismo, en nuestra Confirmación y en cada Eucaristía. El mismo que nos habita sin reservas y nos renueva en cada Pentecostés de un profundo amor, para salir a todos proclamando las maravillas de Dios. 
Vivimos un tiempo de incertidumbre que exige de nosotros fortaleza, entrega y amor; un tiempo en que las almas esperan la obra redentora del Espíritu Santo, que sana, fortalece, consuela. Jesús nos llama a recibirlo con el corazón puesto en nuestros hermanos, andando por los caminos que se cerraron, anunciando la Buena Noticia de nuestro Dios, siendo fortaleza y consuelo para todos los que perdieron la fe, están solos, desamparados, en medio de un mundo que se volvió un lugar frío y desconocido.
A ellos vayamos, pues, con la alegría y el amor del Evangelio, dando gratuitamente, lo que gratis recibimos: el Espíritu Santo, que trae nueva vida al corazón, sanando todo mal. 




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