Evangelio del día (Domingo 20 de junio de 2021)

 Evangelio según San Marcos:

Al atardecer de ese mismo día, les dijo: "Crucemos a la otra orilla". Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya. Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: "¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?". despertándose, él increpó al viento y le dijo al mar: "¡Silencio! ¡Cállate!". el viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después les dijo: "¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?". Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: "¿Quién es este que hasta el viento y el marlo obedecen?".
Palabra de Dios. Marcos 4, 35-41


Para orar el Evangelio:

Ante las tempestades de nuestra vida, nos parece que Dios duerme sin importarle nada de nuestra suerte. Y clamamos diciendo: ¿No te importa lo que nos pasa?. Sin embargo, ese aparente "sueño" de Jesús, no es más que la confianza de que por dura que sea la tempestad, nada hará hundirse a nuestra barca. Jesús duerme sereno porque tiene la certeza de que Dios guía cada instante de nuestra vida, duerme como el niño que duerme seguro en los brazos de su madre, aunque el mundo se esté derrumbando, sin temor,  confiado en la protección de la madre que lo acuna. 
Igual que el niño que se confía en su madre, debemos confiarnos en la protección del Padre que está en el cielo. Este tiempo de tempestad que atravesamos, debe tener en nosotros la seguridad del que el Maestro duerme sereno a la cabecera de nuestra barca y antes de que algo la destruya, él estará ahí, siempre, para decir a nuestra angustia: ¡Silencio! ¡Cállate!. Por duro que sea el camino, por obscuro que se anuncie el mañana, debemos vivir confiados en la certeza de que nuestro Dios está a nuestro lado. Junto a él, no hay tempestad que nos haga naufragar y también nosotros diremos como los discípulos, maravillados: ¿Quién es este, que hasta el viento y los mares lo obedecen?... ¡El es nuestro Dios, al que nada puede vencer!




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