Evangelio del día (domingo 27 de junio de 2021)

 Evangelio según San Marcos:

Cuando Jesús regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, y él se quedo junto al mar. Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verlo, se arrojó a sus pies, rogándole con insistencia: "Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se cure y viva". Jesús fue con él y lo seguía una gran multitud que lo apretaba por todos lados.
Se encontraba allí una mujer que desde hacía doce años padecía de hemorragias. Había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado; al contrario, cada vez estaba peor. Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto, porque pensaba: "Con sólo tocar su manto quedaré curada"


Inmediatamente cesó la hemorragia, y ella sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal. Jesús se dio cuenta en seguida de la fuerza que había salido de él, se dio vuelta, y dirigiéndose a la multitud, preguntó: "¿Quién tocó mi manto?". Sus discípulos le dijeron: "¿Ves que la gente te aprieta por todas partes y preguntas quién te ha tocado?". Pero él seguía mirando a su alrededor, para ver quién había sido. Entonces la mujer, muy asustada y temblando, porque sabía bien lo que le había ocurrido, fue a arrojarse a sus pies y le contó toda la verdad. Jesús le dijo: "Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda curada de tu enfermedad". 
Todavía estaba hablando, cuando llegaron unas personas de la casa del jefe de la sinagoga y le dijeron: "Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al Maestro?". Pero Jesús, sin tener en cuenta esas palabras,  dijo al jefe de la sinagoga: "No temas, basta que creas".  Y sin permitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago, fue a casa del jefe de la sinagoga. Allí vio un gran alboroto, y gente que lloraba y gritaba. Al entrar, les dijo: "¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino que duerme". Y se burlaban de él. Pero Jesús hizo salir a todos, y tomando consigo al padre y a la madre de la niña, y a los que venían con él, entró donde ella estaba. La tomó de la mano, y le dijo: "Talitá kum", que significa: "Niña, yo te lo ordeno, levántate". En seguida la niña que ya tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar. Ellos, entonces, se llenaron de asombro, y él les mandó insistentemente que nadie se enterara de lo sucedido. Después dijo que le dieran de comer.
Palabra de Dios. Marcos 5, 21-43

¿Quién tocó mi manto?

Muchas veces nos sentimos solos, perdidos en medio de una multitud que clama en busca de justicia, de paz, de libertad. Frente al mundo y sus males, nos parece que somos muy pequeños, y que en ese alboroto de ruegos y súplicas, Dios no escucha nuestra voz, no sabe de nuestro dolor, de nuestra presencia siquiera. Y aquello que nos desgarra, se hace nada frente a todo un mundo que se desgarra en dolor.
Sin embargo, en medio de tantos ruegos, Jesús siempre tiene en cuenta nuestra súplica; para él, no es "poca cosa" porque para nosotros, no lo es. Cada cruz tiene su propio peso, y para cada uno es difícil cargar con ella. No hay dolores pequeños y grandes; simplemente, hay dolores. Jesús tiene en claro cada una de nuestras angustia, y para todas tiene tiempo, respuesta, misericordia. A nadie que acuda a él, dejará sin respuesta, sin esa palabra de vida, amorosa, que sane todo mal. Jesús siempre está, siempre escucha, siempre siente tu presencia, tu angustia y tu alegría. Siempre. Basta que creas...


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