Caín y Abel

(en ilustraciones para niños)

Adán tuvo un hijo con Eva al que llamó Caín. Tiempo después, nació su hermano Abel.



Al crecer, Caín se hizo agricultor y Abel, pastor. Cierto día, Abel llevó al Señor su ofrenda; también lo hizo Caín, sin embargo, Dios miró con agrado la ofrenda de Abel.


Caín, se enfureció y dijo a su hermano: "Acompáñame al campo". Entonces, estando solos, se abalanzó sobre su hermano y lo mató.


Dios preguntó a Caín: "¿Dónde está tu hermano Abel?". "No lo sé, respondió Caín, ¿Acaso soy el guardián de mi hermano?". Entonces, Dios dijo: "¿Qué has hecho? ¡Escucha! La sangre de tu hermano Abel, que tú derramaste, clama al cielo justicia. Por eso, el suelo no te dará frutos y andarás por la tierra errante y vagabundo". "Señor, suplicó Caín, es muy duro el castigo; el que me encuentre, me matará". Dios le respondió: "El que te mate, pagará su crimen siete veces". Y el Señor puso una marca sobre Caín para que nadie lo matase. Entonces, Caín se alejó de la presencia del Señor.



El relato de Caín y Abel

Este relato supone una civilización más avanzada: la vida pastoril se opone a la agricultura; ya se ofrecen sacrificios a Dios; existen otros hombres que podrían matar a Caín y los miembros de su propia tribu podrán vengarlo. Estos indicios muestran que el episodio de Caín y Abel no debe ser interpretado como un relato "histórico", que tuvo por protagonistas al los hijos del primer hombre, sino como un ejemplo "arquetípico" que pone de manifiesto los efectos de la desobediencia narrada en el relato de Adán y Eva: después del pecado del hombre contra Dios, comienza la lucha del hombre contra el hombre, que lleva a la muerte. 

¿Qué nos enseñan Caín y Abel?: El relato de Adán y Eva, nos mostraba cuál era el "pecado original", esa predisposición que tiene todo ser humano de justificar todos sus actos, sin importar las consecuencias que ellos tuvieran para los demás. Caín nos muestra qué pasa cuando ese mundo que nos rodea no es lo que esperábamos, cuando Dios no es cómo nosotros queremos, cuando alguien se interpone a lo que deseamos. Lentamente, nuestro corazón se ofusca y nos alejamos de Dios, buscando ese "dios" que sea como esperamos. Ya no vemos al otro como un hermano a quien amar, sino un enemigo al que eliminar. Y aunque no lleguemos al crimen, todos en algún momento nos sentimos como Caín al darnos cuenta que el mundo no es lo que esperamos; que nuestros padres no pueden pagar el celular de alta gama que tiene mi compañero; que mi ropa no es de la marca de moda; que no soy lo único de lo que tienen que estar pendientes mis padres, tienen trabajo, hijos, una vida además de mí de que ocuparse; de pronto descubro, que el universo no gira en torno mío, que mis padres, hermanos, amigos, tienen los mismos derechos que yo y que no tengo todo lo que quiero, lo que "me merezco". ¿Qué estamos dispuestos a hacer para conseguir lo que deseamos siempre?
Tenemos dos "caminos" para llegar a alcanzar lo que soñamos; uno sencillo, fácil y rápido, el que nos propone Caín. Otro, más estrecho, largo, difícil, en apariencia, casi imposible: el Camino que nos ofrece Jesús. Ese Camino, es el que busca la felicidad ajena antes que la propia; el que valora cada cosa que tenemos como un don precioso de Dios, independientemente de la moda o del precio en la vidriera; es el Camino donde somos familia, hermanos, unidos en el amor de Cristo que da su vida por nosotros, por todos y cada uno, para que tengamos una vida plena. Donde todos somos importantes, valorados, cuidados, porque todos somos amados por el Padre que está en el cielo. 
No se trata de simplemente conformarnos con lo que tenemos, sin buscar un destino mejor,  sino, precisamente lo contrario. La dignidad de vida, un mundo más justo, crecer y ser mejores personas es lo que espera de nosotros Dios. Pero, ¿qué significa un mundo más justo? ¿Sólo un celular caro? Claro que no.  Un mundo más justo es uno donde todos tengamos las mismas posibilidades de estudiar, trabajar, acceso a la salud, a la justicia. Y, sobre todas las cosas, un mundo más justo, comienza con mis acciones, con las decisiones que tomo, la forma en que busco lograr lo que me propongo. Un mundo más justo comienza en mi corazón: si Dios te diera a elegir entre tu mamá o un celular nuevo, de última generación, ¿qué elegirías? ¿Cuántos celulares vale la vida de tu mamá? Allí donde esté tu corazón, estará tu tesoro. 
El Espíritu Santo que habita en nosotros es ese Consejero fiel que nos habla al corazón, que nos permite ver lo verdaderamente valioso, y el Camino que nos conduce a ello. No es Dios el que se debe acomodar a lo que nosotros esperamos; somos nosotros los que debemos escuchar su voz y seguir su ejemplo. Puede que nos parezca duro, difícil, incluso injusto; pero cuando nos animamos a andar por donde él nos dice, descubrimos que era mucho más sencillo y seguro, y alcanzamos la felicidad. 
Si Caín en lugar de matar a Abel, hubiera buscado a Dios para saber qué debía cambiar para que Dios viera con agrado su ofrenda, tal vez hubiera descubierto que Dios lo amaba tanto como a Abel y que él también tenía muchas cosas buenas en su corazón. Pero eligió eliminar lo que le molestaba, acomodar todo a su antojo, pensando que nadie descubría su crimen. Sin embargo, Dios supo e hizo justicia. También a cada uno de nosotros nos hará justicia, si buscamos el bien, si elegimos el otro Camino que nos propone Jesús.

Actividad (sugerida):



Versículo (sugerido): 

"Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.
Nadie va al Padre, sino por mí"
Juan 14, 6


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