Evangelio del día (Domingo 17 de octubre 2021)

 Evangelio según San Marcos:

Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo de hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud.
Palabra de Dios. Marcos 10, 42-45



La política de Jesús

Muchas veces creemos que Jesús vino a traer una enseñanza espiritual y nunca hizo "política". Otras, en cambio, buscamos encuadrar su predica en algún tipo de ideología política: de izquierda, derecha, centro...
Sin embargo, nada de esto es así. Jesús se involucró a tal punto en la política de su tiempo que fue asesinado por causas políticas. Israel era una "teocracia", gobierno de Dios; fariseos, saduceos, esenios o zelotes no eran otra cosa que partidos o movimientos políticos de su época. Hablar de Dios, en definitiva, era hacer "política". Los sacerdotes eran funcionarios públicos, que administraban la justicia, la salud y gran parte del dinero del Estado. El diezmo era el impuesto que se pagaba al Templo y este era el centro de toda la vida civil. La visión que ellos tenían de Dios, la interpretación que hacían de la Ley y las enseñanzas de los Profetas, afectaban toda la actividad social, comercial y política. El rey tenía a su cargo el Poder Ejecutivo, pero en el Templo, los sacerdotes y escribas cumplían la función legislativa y judicial de Israel. En tiempos de Jesús, el dominio de Roma hacía que las discusiones y pujas fuesen más violentas y profundas. El Mesías anunciado por los Profetas era una figura política y militar para aquellos que esperaban su llegada; un gran estadista que expulsaría a Roma devolviéndole la independencia al reino y que haría sentir su poder en toda la tierra. La llegada del Mesías para la judíos era la llegada de un nuevo imperio. Pero se encontraron con Jesús que venía a traer nueva forma de entender la "política".
Jesús va formando entorno suyo una pequeña comunidad, en donde no todos somos "iguales", sino que cada uno es especial, único, amado. Una comunidad donde lo justo no se rige ni por las apariencias ni por la ley inamovible, sino por el corazón, por la infinita misericordia de Dios. Una comunidad donde todos comparten todo, para que entre ellos no haya necesitados, no por una ley impuesta, sino por una necesidad amorosa del corazón. Una sociedad donde el poder se construye a partir del servicio desinteresado al otro. Lo más desafiante de aquella pequeña comunidad que nace alrededor de Jesús es que le demuestra a los poderosos de Israel que ese modelo de sociedad es absolutamente posible, dejando en evidencia su avaricia, hipocresía y corrupción. El Sumo Sacerdote y su séquito no querían con la llegada del Mesías un mundo más justo sino un nuevo imperio con el que reinar.
Jesús nos enseña que los grandes cambios de la humanidad, esos que la hacen más humana, más justa, no comienzan en los escritorios de los grandes soberanos. Tampoco es la fuerza impuesta por la mayoría, con prepotencia y sin escuchar nada más que su propio interés. De echo, las "mayorías" trajeron a los pueblos las peores dictaduras y genocidios. El "cambio" comienza en el corazón que empieza a percibir al otro como hermano. Pequeñas minorías, silenciosas, desapercibidas van de a poco cambiando lo profundo del corazón humano. Las pequeñas actitudes, los sencillos gestos fraternos van transformando nuestra sociedad y dejando ver en ella el verdadero Gobierno de Dios. La "política" de Jesús no es ni de izquierda, ni de centro, ni de derecha; es desde el corazón. Es sanar los vínculos rotos, reencontrarnos unos con otros y descubrir juntos todo lo capaces que somos de alcanzar cuando nos une el amor por los demás, por el bien común. Es dar, no por ley, sino porque a mi hermano le hace falta. Es lo material, sí: el techo, la comida, el abrigo; pero también es el oído pronto a escuchar, el corazón dispuesto a comprender, a perdonar, a amar. Es juzgar con misericordia. Es valorar la vida del otro como una bendición de Dios.
La "política" de Jesús es entender que nuestro camino no es hacia la Casa de Gobierno, sino hacia Monte Calvario. El Reino de Dios nace entre nosotros cuando entendemos que nuestra salvación no está en el poder de este mundo, sino en la dulce mirada de Jesús.


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