Evangelio del día (7 de noviembre de 2021)

 La ofrenda de la viuda

Evangelio según San Marcos:

Y él les enseñaba: "Cuídense de los escribas, a quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes; que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Estos serán juzgados con mayor rigurosidad. 
Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia. Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre. Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: "Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que los otros, porque todos han dado de lo que le sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir".
Palabra de Dios. Marcos 12, 38-44





Todo lo que tenía para vivir

En el Evangelio de hoy, San Marcos nos muestra a Jesús enseñando en el Templo. En esta breve enseñanza contrapone dos maneras de servir a Dios. 
Los escribas servían en el Templo, eran los encargados de hacer las copias de la Ley, estudiándola e interpretándola. Así, también eran quiénes la enseñaban y los jueces que le daban cumplimiento. En cada nueva transcripción, iban agregando, modificando y ampliando, haciéndola cada vez más compleja y dura para el pueblo, pero mucho más beneficiosa, flexible y altamente lucrosa para ellos. Eran un grupo de elite, intelectual, al que todos rendían honores y acudían para resolver sus dudas y conflictos. Estos, que según la Ley que manipulaban a su antojo, estaban en el Templo para servir al pueblo, aconsejarlo, contenerlo y velar por su bienestar, se habían establecido para ser honrados y servidos; ellos, a los que Dios había llamado a darlo todo, se servían de todos, se enriquecían con el esfuerzo de los más humildes y le imponían una Ley durísima, que no estaban dispuestos a cumplir. 
Frente a ellos, Jesús propone a sus discípulos como modelo a seguir una viuda que en su pobreza ofrece a Dios "todo lo que tenía para vivir". Y todo lo que tenía eran dos monedas de cobre, a penas unos pocos centavos en medio de las opulentas ofrendas. 
En este tiempo de pandemia que hemos tenido que atravesar, hemos visto derrumbarse el esfuerzo de muchos años. Infinidad de familias, ancianos, enfermos han quedado aún más desbastados por la situación de pobreza sistemática a la que han sido sometidos desde hace décadas por los gobernantes que se dicen "trabajar por el pobre", mientras sus fortunas crecen a la velocidad de la luz. Discusiones banas, vacías de contenido sobre capitalismo o socialismo, izquierda o derecha, liberales o populistas, mientras que inflación, violencia e impunidad ganan las calles a su antojo. Y los que pidieron nuestro voto para servir a las necesidades de los más humildes y promover políticas que les permita alcanzar la dignidad de vida que todos merecen, se enriquecen con el dinero que le confiamos para administrar justamente, esperando que le agradezcamos la situación de pobreza e injusticia a la que nos arrastraron. 
Al igual que en los tiempos de Jesús, están los que se revelan por caminos de enfrentamiento y violencia. Pero, también existen en nuestro tiempo "viudas" dispuestas a dar "todo lo que tienen para vivir" y cambiar la historia. Es la vecina que te comparte la mercadería del bolsón del colegio, el médico que te compra en la farmacia el remedio que no se encuentra en el hospital, la enfermera que te trae un juego de sábanas de su casa para agregar una cama más en la sala, la maestra que se patea las calles de tierra hasta la casilla donde no llega la Internet para traerte la tarea...
Son cientos, miles en todas partes, pobres que dan todo lo que tienen para vivir, todo lo que son para dibujarte una sonrisa, reconfortarte el alma y traerte la presencia de Dios, que no te olvida, que tiene siempre puesto sus ojos en vos. 
"Los pobres nos enseñan el Evangelio", nos decía siempre el párraco en sus homilías. Y se me viene a la memoria un viejo capítulo de "La familia Ingalls": cierto día, una epidemia de fiebre amarilla azota la región de los Ingalls. Movido por la necesidad, un falso pastor llega a la comarca organizando una colecta para ayudar a la población vecina, pensando en quedarse con todo lo que recaude para su familia. Mary, la mayor de las hermanas, lo acompaña en la misión. Luego de unos días, el pastor le comenta a la muchacha que ha observado que las familias más pobres del pueblo eran las que más donaban, mientras que los que más tenías sólo entregaban los que ya estaba viejo y no les servía. La respuesta de Mary fue muy sencilla: "No es que sean egoístas, nunca han pasado necesidades y no saben que es tener hambre o frío; en cambio, nosotros sabemos lo que se siente, porque lo hemos vivido y entendemos lo mucho que los otros precisan nuestra ayuda. También a nosotros alguien nos ayudó de la misma manera alguna vez". Estas "viudas" del pueblo de los Ingalls conmueven de tal manera el corazón del falso pastor, que finalmente la colecta llega a la comarca que tanto la precisaba y él vuelve lleno de dicha a su casa por haber podido colaborar y con la certeza de que Dios no le hará faltar nada a su familia.
El mas sencillo gesto de amor tiene el poder de salvar una vida, pero esto, es algo que los poderosos de este mundo, cegados por su codicia, nunca comprenderán. 


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