Primera Lectura
Lectura del Libro del Deuteronomio
Cuando entres en la tierra que el Señor, tu Dios, te da en herencia, cuando tomes posesión de ella y te establezcas allí, recogerás las primicias de todos los frutos que extraigas de la tierra que te da el Señor tu Dios, las pondrás en una canasta, y las llevarás al lugar escogido por el Señor, tu Dios, para constituirlo morada de su Nombre.
El sacerdote tomará la canasta que tú le entregues, la depositará sobre el altar, y tú pronunciarás estas palabras en presencia del Señor, tu Dios:
"Mi padre era un arameo errante que bajó a Egipto y se refugió allí con unos pocos hombres, pero luego se convirtió en una nación grande, fuerte y numerosa. Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron una dura servidumbre. entonces pedimos auxilio al Señor, el Dios de nuestros padres, y él escuchó nuestra voz. El vio nuestra miseria, nuestro cansancio y nuestra opresión, y nos hizo salir de Egipto con el poder de su mano y la fuerza de su brazo, en medio de un gran terror, de signos y prodigios. El nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra que mana leche y miel. Por eso ofrezco ahora las primicias de los frutos del suelo, que tú, Señor, me diste".
Tú depositarás las primicias ante el Señor, tu Dios, y te postrarás delante de él.
Palabra de Dios, Deuteronomio 26, 1-2. 4-10
Salmo responsorial
R/ Quédate conmigo, Señor, en la tribulación.
Tú que vives al amparo del Altísimo
y resides a la sombra del Todopoderoso,
di al Señor: "Mi refugio y mi baluarte,
mi Dios, en quien confío". R/
No te alcanzará ningún mal,
ninguna plaga se acercará a tu carpa,
porque él te encomendó a sus ángeles
para que te cuiden en todos tus caminos. R/
Ellos te llevaran en sus manos
para que no tropieces con ninguna piedra;
caminarás sobre leones y víboras,
pisotearas cachorros de león y serpientes. R/
"El se entregó a mí,
por eso, yo lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi Nombre;
me invocará y yo le responderé.
Estaré con él en el peligro,
lo defenderé y lo glorificaré. R/
Salmo 90, 1-2. 10-15
Segunda Lectura
Lectura de la Carta de San Pablo a los cristianos de Roma
Moisés, en efecto, escribe de la justicia que proviene de la Ley: El hombre que la practique vivirá por ella. En cambio, la justicia que proviene de la fe habla así: No digas en tu corazón ¿Quién subirá a los cielos?, esto es, para hacer descender a Cristo. O bien: ¿Quién descenderá al Abismo?, esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos. ¿Pero qué es lo que dice la justicia?: La palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, es decir, la palabra de la fe que nosotros predicamos. Porque si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado. Con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se confiesa para obtener la salvación. Así lo afirma la Escritura: El que cree en él, no quedará confundido. Porque no hay distinción entre judíos y los que no lo son: todos tienen el mismo Señor, que colma de bienes a quienes lo invocan. Ya que todo el que invoque el nombre del Señor se salvará.
Palabra de Dios, Romanos 10, 5-13
Evangelio según San Lucas:
Jesús, lleno del Espíritu Santo, llegó a las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos, tuvo hambre. El demonio le dijo entonces: "Si tú eres el Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan". Pero Jesús le respondió; "Dice la Escritura:
El hombre no vive solamente de pan".
Luego, el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra y le dijo: "Te daré todo este poder y el esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero. Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá". Pero Jesús le respondió: "Está escrito:
Adorarás al Señor, tu Dios,
y a él solo rendirás culto".
Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo: "Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito:
El dará ordenes a sus ángeles
para que ellos te cuiden
Y también:
Ellos te llevarán en sus manos
para que tu pie no tropiece
con ninguna piedra".
Pero Jesús le respondió: "Está escrito:
No tentarás al Señor, tu Dios".
Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de él, hasta el momento oportuno.
Palabra de Dios. Lucas 4, 1-13
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