Evangelio y Lecturas, domingo 24 de abril de 2022

 2° Domingo de Pascua, Jesús Misericordioso



Primera Lectura

Lectura de Libro de los Hechos:

Los Apóstoles hacían muchos signos y prodigios en el pueblo. Todos solían congregarse unidos en un mismo espíritu, bajo el pórtico de Salomón, pero ningún  otro se atrevía a unirse al grupo de los Apóstoles, aunque el pueblo hablaba muy bien de ellos. Aumentaba cada día más el número de los que creían en el Señor, tanto hombres como mujeres. Y hasta sacaban sus enfermos a las calles, poniéndolos en catres y camillas, para que cuando Pedro pasara, por lo menos su sombra cubriera a alguno de ellos. La multitud acudía también a las ciudades vecinas a Jerusalén, trayendo enfermos o poseídos por espíritus inmundos, y todos quedaban curados.

Palabra de Dios, Hechos 5, 12-16

Salmo responsorial

R/ ¡De gracias al Señor, porque es bueno,
     porque es eterno su amor!

Que lo diga el pueblo de Israel:
¡es eterno su amor!
Que lo diga la familia de Aarón:
¡es eterno su amor!
Que lo digan los que temen al Señor: 
¡es eterno su amor! R/

La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra angular
Esto ha sido hecho por el Señor
y es admirable a nuestros ojos.
Este es el día que hizo el Señor:
alegrémonos y regocijémonos en él. R/




Segunda Lectura

Lectura del Libro del Apocalipsis 

Yo, Juan, hermano de ustedes, con quienes comparto las tribulaciones, el Reino y la espera perseverante en Jesús, estaba exiliado en la isla de Patmos, a causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesús. El Día del Señor fui arrebatado por el Espíritu y oí detrás de mí una voz fuerte como una trompeta, que decía: "Escribe en un libro lo que ahora vas a ver, y mándalo a las siete Iglesias (...) Me di vuelta para ver de quién era esa voz que me hablaba, y vi siete candelabros de oro, y en medio de ellos, a alguien semejante a un Hijo de hombre, revestido con una larga túnica que estaba ceñida a su pecho con una faja de oro (...)
Al ver esto, caí a sus pies, como muerto, pero él, tocándome con su mano derecha, me dijo: "No temas: yo soy el Primero y el Ultimo, el Viviente. Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre y tengo la llave de la Muerte y el Abismo. Escribe lo que has visto, lo que sucede ahora y lo que sucederá en el futuro"

Palabra de Dios, Apocalipsis 1, 9-11a. 12-13. 17-19

¡El vive!

Evangelio según San Juan:

Al atardecer del mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos les dijo: "¡La paz esté con ustedes!" Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: "¡La paz esté con ustedes!

Como el Padre me envió a mí,
yo también los envío a ustedes"

Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió:

"Reciban el Espíritu Santo.
Los pecados serán perdonados
a los que ustedes se lo perdonen,
y serán retenidos
a los que ustedes se los retengan"

Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús Los otros discípulos le dijeron: "¡Hemos visto al Señor!". El les respondió: "Si no veo las marcas de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré". Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás.  Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y  les dijo: "¡La paz esté con ustedes!". Luego dijo a Tomás: "Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe". Tomás respondió: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús le dijo:

"Ahora crees, porque me has visto.
¡Felices los que creen sin haber visto"

Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.

Palabra de Dios Juan 20, 19-31

Jesús es misericordia

Jesús pasó derramando su misericordia, misericordia que alcanza la máxima plenitud en la Cruz. Su regreso al Padre no cierra ese tiempo, sino que lo inaugura en nosotros, haciéndonos instrumento vivos de su misericordia, canal abierto y bien dispuesto para todos los humanos. Nos transmite su Espíritu Santo para continuar su obra redentora a través nuestro, para sanar los enfermos a nuestro paso, para dar consuelo oculto en nuestro abrazo, para confiarnos los misterios del Reino en nuestra predica, para que al buscarlo a él encontremos el hermano que camina a nuestro lado.
Jesús es misericordia que se derrama en nosotros para unirnos en un mismo espíritu, el Espíritu de misericordia que nos hace uno y por el cual todos sabrán que somos sus discípulos: el amor que nos tengamos los unos a los otros.


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