Semana Santa 2022, Domingo de Ramos

 Domingo de Ramos: ¡Bendito el que viene en el Nombre del Señor!

Lectura del Libro del Profeta Isaías

El mismo Señor me ha dado
una lengua de discípulo,
para que yo sepa reconfortar al fatigado
con una palabra de aliento.
Cada mañana, él despierta mi oído
para que yo escuche como un discípulo.
El Señor abrió mi oído
y yo no me resistí ni me volví atrás.
Ofrecí mi espalda
a los que me golpeaban
y mis mejillas, 
a los que me arrancaban la barba;
no retiré mi rostro
cuando me ultrajaban y escupían.
Pero el Señor viene en mi ayuda:
por eso, no quedé confundido;
por eso, endurecí mi rostro
como el pedernal
y sé muy bien que no seré defraudado.

Palabra del Señor, Isaías 50, 4-7

Salmo 21

Yo anunciaré tu Nombre a mis hermanos,
te alabaré en medio de la asamblea:
"Alábenlo, los que temen al Señor;
glorifíquenlo, descendientes de Jacob;
témanlo, descendientes de Israel"

Salmo 21, 23-24

Lectura de la Carta de San Pablo a los cristianos de Filipo

El, que era de condición divina,
no consideró esta igualdad con Dios
como algo que debía guardar celosamente:
al contrario, se anonadó a sí mismo,
tomando la condición de servidor
y haciéndose semejante a los hombres.
Y presentándose con aspecto humano,
se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte
y muerte de cruz.
Por eso, Dios lo exaltó
y le dio el Nombre que está sobre todo nombre,
para que al nombre de Jesús, 
se doble toda rodilla
en el cielo, en la tierra y en los abismos,
y toda lengua proclame para gloria de Dios:
"Jesucristo es el Señor".

Palabra del Señor, Filipenses 2, 6-11

La entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén

Evangelio según San Lucas:

Después de haber dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén.
Cuando llegó a Betfagé y Betania, al pie del monte llamado Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: "Vayan al pueblo que está enfrente y, al entrar, encontrarán un asno atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo; y si alguien les pregunta: ¿Por qué lo desatan?, respondan: El Señor lo necesita". Los enviados partieron y encontraron todo como él les había dicho. Cuando desataron el asno, sus dueños les dijeron: ¿Por qué lo desatan? Y ellos respondieron: "El Señor lo necesita". Luego llevaron el asno donde estaba Jesús y, poniendo sobre él sus mantos, lo hicieron montar. Mientras él avanzaba, la gente extendía sus mantos sobre el camino. Cuando Jesús se acercaba a la pendiente del monte de los Olivos, todos los discípulos, llenos de alegría, comenzaron a alabar a Dios en alta voz,  por todos los milagros que habían visto. Y decían:

"Bendito sea el Rey que viene
en nombre del Señor!
¡Paz en el cielo 
y gloria en las alturas!"

Algunos fariseos que se encontraban entre la multitud le dijeron: "Maestro, reprende a tus discípulos". Pero él les respondió: "Les aseguro que si ellos callan, gritarán las piedras".

Palabra del Señor, Lucas 19, 28-40




Con su entrada a Jerusalén, Jesús inicia su camino hacia Monte Calvario, un camino que se inicia con el canto de un pueblo que espera con ansías su redención; un camino que terminará en la Cruz y en la pesadumbre que deja la muerte. Pero será la Cruz la que encienda el sepulcro que pondrá fin a la muerte, para darnos la Salvación. 
Aquel canto quiere ser callado; la Cruz será también la mordaza que intentará callarlo. Nuestro corazón también quiere hoy recibir al Señor con canto y alabanza; la lucha diaria nos calla frente a la desesperanza de un mundo en decadencia. Pero, la Cruz volverá a encender el lucero de la Resurrección, y aunque el mundo nos calle, volveremos a cantar al Dios de la Vida que llega a nosotros: ¡Hosanna, Hosanna! Bendito el que viene en el Nombre del Señor.

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