Evangelio y Lecturas del día 10 de julio de 2022 (reflexión)

 El Buen Samaritano

Primera Lectura

Lectura de Libro del Deuteronomio 

El Señor, tu Dios, te dará abundante prosperidad en todas tus empresas, en el fruto de tus entrañas, en las crías de tu ganado y en los productos de tu suelo. Porque el Señor volverá a complacerse en tu prosperidad, como antes se había complacido en la prosperidad de tus padres. Todo esto te sucederá porque has escuchado la voz del Señor, tu Dios, y observado sus mandamientos y sus leyes, que están escritas en este libro de la Ley, después de haberte convertido al Señor, tu Dios,  con todo tu corazón y con toda tu alma.
Este mandamiento que hoy te prescribo no es superior a tus fuerzas ni está fuera de tu alcance. No está en el cielo, para que digas: "¿Quién subirá por nosotros al cielo y lo traerá hasta aquí, de manera que podamos escucharlo y ponerlo en práctica?" Ni tampoco está más allá del mar, para que digas: "¿Quién cruzará por nosotros hasta la otra orilla y lo traerá hasta aquí, de manera que podamos escucharlo y ponerlo en práctica?" No, la palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón para que la practiques. 

Palabra de Dios, Deuteronomio 30, 9-14


Salmo responsorial

R/ Los preceptos del Señor son rectos, alegran el corazón.

La ley del Señor es perfecta,
reconforta el alma;
el testimonio del Señor es verdadero,
da sabiduría al simple. R/

Los preceptos del Señor son rectos,
alegran el corazón;
los mandamientos del Señor son claros,
iluminan los ojos. R/

La palabra del Señor es pura,
permanece para siempre;
los juicios del Señor son la verdad,
eternamente justos. R/

Son más atrayentes que el oro,
que el oro más fino;
más dulces que la miel, 
más que el jugo del panal. R/

Segunda Lectura

Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo a los cristianos de Colosas:

El es la Imagen del Dios invisible,
el Primogénito de toda la creación,
porque en él fueron creadas todas las cosas,
tanto en el cielo como en la tierra,
los seres visibles y los invisibles, 
Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades:
todo fue creado por medio de él y para él.
El existe antes de todas las cosas
y todo subsiste en él.
El es también la Cabeza del Cuerpo,
es decir, de la Iglesia.
El es el Principio,
el Primero que resucitó de entre los muertos,
a fin de que él tuviera la primacía en todo,
porque Dios quiso que en él  residiera toda la Plenitud.
Porque él quiso reconciliar consigo
todo lo que existe en la tierra y en el cielo,
restableciendo la paz por la sangre de su cruz.

Palabra de Dios, Colosenses 1, 15-20

Evangelio según San Lucas:

Y entonces,  un doctor de la Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?" Jesús le preguntó a su vez: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?" El le respondió: "Amarás al  Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y al prójimo como a ti mismo"
"Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida"
Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: "¿Y quién es mi prójimo?" Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo. También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino: Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio, y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo hacia un albergue y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré a volver. ¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?" "El que tuvo compasión de él", le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: "Ve, y procede tú de la misma manera".

Palabra de Dios, Lucas 10, 25-37

¿Quién es mi prójimo?

En el Evangelio de este domingo, un doctor de la Ley pregunta a Jesús qué debía hacer para alcanzar la Vida eterna, buscando encontrar un motivo para polemizar con Jesús y dejarlo en vergüenza delante de sus discípulos. Lejos de entrar en discusiones vanas, Jesús le repregunta, llevándolo a dar él mismo la respuesta. Esto provoca que el doctor formule una nueva pregunta, una nueva zancadilla para Jesús: "¿Quién es mi prójimo?". Así comienza el relato de esta conocida parábola del "buen samaritano".
Un hombre es asaltado a mitad de camino entre Jerusalén y Jericó, quedando gravemente herido en el suelo; pasan por ahí, primero un sacerdote y luego un levita, ambos grandes conocedores de la Ley, más aún, eran quienes debían enseñarla y llamar a ser cumplida  por el pueblo. Sin embargo, a la hora de obedecer ellos los mandamientos que exigían cumplir a los demás, siguen de largo, sin importarle la enseñanza de Dios y, mucho menos, el sufrimiento del hombre herido. Algo que los discípulos de Jesús veían a diario de parte de sus sacerdotes y escribas, y por temor a sus represalias, callaban. Finalmente, junto al hombre pasa un samaritano, a quienes se debía odiar por disputar la autoridad del Templo de Jerusalén y la predilección del Dios vivo. Pero, a diferencia del sacerdote y el levita, este "hereje" se conmueve de aquel hombre y sin tener en cuenta si era o no judío, lo cura, lo conduce hasta un albergue y cuida de él. Al otro día, cuando tiene que seguir su camino, deja dinero al dueño del lugar para el cuidado del hombre herido y promete que si algo falta, lo completará a su regreso. ¿Quién entonces, pregunta ahora Jesús, te parece que actuó como "prójimo" del hombre herido?
La pregunta que hoy nos hace el Evangelio es: ¿De quién te haces vos "prójimo"? Hay una actitud en nosotros que nos  hace prójimo del otro, una actitud que nace del corazón, que nos acerca de una manera distinta al otro. Una actitud que llama la atención, que va a la acción concreta, que nos hace transformadores de las realidades de nuestros hermanos. Y no se necesitan grandes fortunas donadas, sino un simple gesto, una palabra, una presencia contenedora que busca el bien común. Hay, pues, una única "Ley" que nos reconoce como prójimo los unos de los otros: el Amor.


Seguí sus Huellas en InstagramTwitterFacebookYouTube y Pinterest










Comentarios