Evangelio y Lecturas del día 26 de febrero de 2023

 1° Domingo de Cuaresma, Las tentaciones de Jesús

Primera Lectura

Lectura del Libro de Génesis

Entonces el Señor Dios modeló al hombre con arcilla del suelo y sopló sobre su nariz un aliento de vida. Así el hombre se convirtió en un ser viviente.
El Señor Dios plantó un jardín en el Edén, al oriente, y puso allí al hombre que había formado. Y el Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles, que eran atrayentes para la vista y apetitosos para comer; hizo brotar el árbol de la vida en medio del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y el mal.

Palabra de Dios, Génesis 2, 7-9

Salmo responsorial

R/ Ten piedad, Señor: hemos pecado

¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado! R/

Porque yo reconozco mis faltas
y mi pecado está siempre ante mí.
Contra ti, contra ti solo pequé
e hice lo que es malo ante tus ojos. R/

Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
que tu espíritu generoso me sostenga.
Abre mis labios, Señor, 
y mi boca proclamará tu alabanza. R/

Salmo 50, 3-6a. 12. 14. 17

Segunda Lectura

Lectura de la Carta a los Romanos

Por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y así pasó la muerte a todos los hombres, porque todos pecaron. En efecto, si por la falta de uno solo reinó la muerte, con mucha más razón, vivirán y reinarán por medio de un solo hombre, Jesucristo, aquellos que han recibido abundantemente la gracia y el don de la justicia. 
Por consiguiente, así como la falta de uno solo causó la condenación de todos, también el acto de justicia de uno solo producirá para todos los hombres la justificación que conduce a la Vida. Y de la misma manera que por la desobediencia de un solo hombre, todos se convirtieron en pecadores, también por la obediencia de uno solo, todos se convertirán en justos.

Palabra de Dios, Romanos 5, 12. 17-19

Evangelio según San Mateo

Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el demonio. Después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, sintió hambre. Y el tentador, acercándose, le dijo: "Si tú eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes". Jesús le respondió: "Está escrito:

El hombre no vive solamente de pan,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios".

Luego el demonio llevó a Jesús a la Ciudad santa y lo puso en la parte más alta del Templo, diciéndole: "Si tú eres el Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: 

Dios dará órdenes a sus ángeles,
y ellos te llevarán en sus manos
para que tu pie no tropiece con ninguna piedra".

Jesús le respondió: "También está escrito: 

No tentarás al Señor, tu Dios"-

El demonio lo llevó después a una montaña muy alta; desde allí lo hizo ver todos los reinos del mundo con todo su esplendor, y le dijo: "Te daré todo esto, si te postras para adorarme". Jesús le respondió: "Retírate, Satanás, porque está escrito: 

Adorarás al Señor, tu Dios,
y a él solo, rendirás culto"

Entonces el demonio lo dejó, y unos ángeles se acercaron para servirlo.

Palabra de Dios, Mateo 4, 1-11


Nuestro desierto de tentaciones

En el desierto de nuestra vida, son muchas las tentaciones que nos aguardan; la falta de trabajo, la incertidumbre del porvenir, las angustia que nos provoca la ausencia de los seres queridos, las frustraciones, nos tientan constantemente a plantearnos otra alternativa a Dios y su proyecto de salvación. Una alternativa que nos deje mejores "ganancias" en menos tiempo. ¿Por qué confiar en una gloria venidera, si podemos alcanzarla fácilmente con un simple cambio de rumbo? ¿Por qué confiar en lo que no vemos ni tocamos, en lugar de  hacer nuestro todo lo que está al alcance de nuestra mano? ¿Por que creer en un cuento sobre una serpiente y una manzana, cuando la ciencia nos da una explicación mucho más racional sobre el origen del hombre? ¿Por qué, en definitiva, tomar como modelo de vida a un carpintero crucificado por su terquedad en lugar de a un exitoso empresario multimillonario? Nadie sabe qué pasa después de la muerte, ¿por qué, entonces preocuparnos por "el más allá" en lugar de disfrutar la vida que tenemos y que pasa tan rápido?
En este breve relato, Mateo sintetiza todas las tentaciones que atravesó Jesús a lo largo de su paso por este mundo: utilizar su poder divino para su propio beneficio, irresponsablemente, para ser elogiado y temido por todos; buscar el dominio político sobre los pueblos para esclavizarlos y enriquecerse; hacerse su propio "dios", con mandamientos convenientes para sí mismo y asfixiantes para el pueblo. Renunciar al plan de Dios para imponer un nuevo régimen sobre la humanidad. ¿Por qué soportar la tortura y la muerte, en lugar de vivir cobijado en lujos y placeres? Pero, esos "lujos y placeres" tienen un alto costo que empezamos a pagar acá, y que nos arrastra a la muerte en vida. Renunciar a nuestros ideales, a la justicia, a la verdad, nos hace caer en la trampa de una aparente "libertad" que nos esclaviza y mata. Pronto nos damos cuenta que todos los que amamos, son mucho más importantes que nuestra "fortuna", nos gana el hastío de tenerlo todo con solo pedirlo, nos rodeamos de rostros sin vida que nos sonríen y mienten; y descubrimos que habiéndolo ganado todo, no tenemos nada. Esa desazón nos lleva a excesos y vicios que nos sacian por un momento, para luego dejarnos más ávidos de extravagancias. En eso se habían convertido fariseos y escribas, ocultos en un "celo" por Dios que no era otra cosa que un sistema opresor. Y en eso nos convertimos todos, cuando nos alejamos de Dios. Seres oscuros, mezquinos, ávidos de vanagloria; y no importa si vivimos en la opulencia o en la miseria, en ambas andamos muertos por dentro.
Todo cambia cuando recordamos lo que soñábamos alguna vez y decidimos desandar el camino hacía Dios y su propuesta. Nos acercamos a Monte Calvario con una sonrisa, con el alma plena, con la conciencia serena, con la dicha de transitar el mismo destino de Jesús. Porque más valiosa que las riquezas pasajeras de este mundo en nuestra dignidad, nuestra honestidad, nuestra conciencia. El amor incondicional de Jesús, fiel a sus principios y al proyecto salvífico de Dios, es un tesoro invaluable, irrenunciable. La experiencia del Cristo Resucitado en nuestra vida, es un don que solo comprende el corazón y que nada puede superar. Somos humanos, es verdad, y estamos llenos de dudas y temores, de sueños y debilidades, pero hemos encontrado un manjar que sacia todo nuestro ser; hemos hallado un poder insuperable, capaz de vencer a la misma muerte; hemos sentido la caricia de nuestro Dios, Padre misericordioso, lento para la ira y siempre fiel a sus promesas. Hemos sido rescatados del mundo vacío y cruel, para conquistar el Reino de Dios. 
Por eso, por la obediencia de uno solo hemos sido justificados; Jesús con su vida nos muestra el camino de la salvación, nos invita a ser partícipes activos del proyecto de Dios y nos abre un universo de Vida, y Vida en abundancia, que ningún proyecto humano puede superar. Y esto que parece locura para los sabios de este mundo, es Sabiduría creadora para el que ha descubierto la persona de Jesús resucitado, sabiduría sencilla, tan cotidiana, que ya no demanda mayor esfuerzo. Sabiduría que se hace carne en nosotros y se transmite, uno a otro, en el amor.  Amor que se hace coraza infranqueable para el hacedor del mal y lo aleja de nosotros.
Que en este tiempo de Cuaresma que estamos iniciando, podamos andar nuestro propio desierto con la Palabra de Dios activa y transformadora en nuestro corazón, para dejar atrás todo mal y recibir gozosos la gracia de la Resurrección.

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