Evangelio y Lecturas del día 10 de marzo de 2024

 4° Domingo de Cuaresma: Sí, Dios amó tanto al mundo

Primera Lectura

Lectura del 2° Libro de las Crónicas

De la misma manera, todos los jefes de Judá, los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, imitando todas abominaciones de los paganos, y contaminaron el Templo que el Señor se había consagrado en Jerusalén. El Señor, el Dios de sus padres, les llamó la atención constantemente por medio de sus mensajeros, porque tenía compasión de su pueblo y de su Morada. Pero ellos escarnecieron a los mensajeros de Dios, despreciaban su palabra y ponían en ridículo a su profetas, hasta que la ira del Señor contra su pueblo llegó a tal punto, que ya no hubo más remedio.
Los caldeos quemaron la Casa de Dios, demolieron las murallas de Jerusalén, prendieron fuego a todos sus palacios y destruyeron todos los objetos preciosos. Nabucodonosor deportó a Babilonia a los que habían escapado de la espada y estos se convirtieron en esclavos del rey y de sus hijos hasta el advenimiento del reino persa. Así se cumplió la palabra del Señor, pronunciada por Jeremías: «La tierra descansó durante todo el tiempo de la desolación, hasta pagar la deuda de todos los sábados, hasta que se cumplieron setenta años». 
En el primer año del reinado de Ciro, rey de Persia, para que se cumpliera la palabra del Señor pronunciada por Jeremías, el Señor despertó el espíritu de Ciro, el rey de Persia, y este mandó a proclamar de viva voz y por escrito en todo su reino: «Así habla Ciro, rey de Persia: el Señor, el Dios del cielo, me ha dado todos los reinos de la tierra, y él me ha encargado que le edifique una Casa en Jerusalén, de Judá. Si alguno de ustedes pertenece a ese pueblo, ¡qué el Señor, su Dios, lo acompañe y que suba!».

Palabra de Dios, 2° Crónicas 36, 14-16. 19-23

Salmo responsorial

R/ Que la lengua se me pegue al paladar si no me acordara de ti.

Junto a los ríos de Babilonia,
nos sentábamos a llorar,
acordándonos de Sión.
En los sauces de las orillas
teníamos colgadas nuestras cítaras. R/

Allí nuestros carceleros
nos pedían cantos,
y nuestros opresores, alegría:
«¡Canten para nosotros un canto de Sión!»
¿Cómo podríamos cantar un canto del Señor
en tierra extranjera? R/

Si me olvidara de ti, Jerusalén,
que se me paralice mi mano derecha;
que la lengua se me pegue al paladar
si no me acordara de ti,
si no pusiera a Jerusalén
por encima de todas mis alegrías. R/

Segunda Lectura1—

Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo a los Efesios

Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con el que nos amó, precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo —¡ustedes han sido salvados gratuitamente— y con Cristo Jesús nos resucitó y nos hizo reinar con él en el cielo.
Así Dios ha querido demostrar a los tiempos futuros la inmensa riqueza de su gracia por el amor que nos tiene en Cristo Jesús. Porque ustedes han sido salvados por su gracias mediante la fe. Esto no proviene de ustedes, sino que es don de Dios; y no es el resultado de las obras, para que nadie se gloríe. Nosotros somos creación suya: fuimos creados en Cristo Jesús, a fin de realizar aquellas buenas obras, que Dios preparó de antemano para que las practicáramos. 

Palabra de Dios, Efesios 2, 4-10

Evangelio según San Juan

De la misma manera que Moisés
levantó en alto la serpiente en el desierto,
también es necesario
que el Hijo del hombre sea levantado en alto,
para que todos los que creen en él
tengan Vida eterna.
Sí, Dios amó tanto al mundo,
que entregó a su Hijo único
para que todo el que cree en él no muera,
sino que tenga Vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo
para juzgar al mundo,
sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él, no es condenado;
el que no cree, ya está condenado,
porque no ha creído
en el nombre del Hijo único de Dios.

En esto consiste el juicio:
la luz vino al mundo,
y los hombres prefirieron
las tinieblas a la luz,
porque sus obras eran malas.
Todo el que obra mal
odia la luz y no se acerca a ella,
por temor de que sus obras sean descubiertas.
En cambio, el que obra conforme a la verdad
se acerca a la luz,
para que se ponga de manifiesto
que sus obras han sido hechas por Dios.

Palabra de Dios, Juan 3, 14-21



Oración

Gracias Señor, por tu amor que nos acerca la luz del Evangelio, para transformar este mundo sombrío en tu Reino de Paz y Justicia. Que en este tiempo de Cuaresma, tengamos la humildad de dejarnos iluminar el corazón, que busca saciarse en pasajeras alegrías, y olvida que solo en el amor por vos y nuestros hermanos está toda la riqueza que busca en vano. Ilumínanos para ver a nuestros hermanos, para mirar en sus ojos y encontrar en nuestro corazón, la mano fraterna que tanto precisa. Que nuestras acciones amorosas y desinteresadas, sean luz para el mundo, que atraiga a vos todas las almas que te buscan en tinieblas, ávidas de un mundo de paz, justicia y amor. Amén.

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