El Bautismo de Jesús
Primera Lectura
Lectura del Libro del Profeta Isaías
Este es mi Servidor a quien yo sostengo,
mi elegido, en quien se complace mi alma.
Yo he puesto mi Espíritu sobre él
para que lleve el derecho a las naciones.
Él no gritará, no levantará la voz
ni la hará resonar por las calles.
No romperá la caña quebrada
ni apagará la mecha que arde débilmente.
Expondrá el derecho con fidelidad;
no desfallecerá ni se desalentará
hasta implantar el derecho en la tierra,
y las costas lejanas esperarán su Ley.
Yo, el Señor, te llamé en la justicia
te sostuve la mano, te formé
y te destiné a ser la alianza del pueblo,
la luz de las naciones,
para abrir los ojos a los ciegos
para hacer salir de la prisión a los cautivos
y de la cárcel a los que habitan en tinieblas.
Palabra del Señor, Isaías 42, 1-4. 6-7
Salmo responsorial
R/ El Señor bendice a su pueblo con la paz.
¡Aclamen al Señor, hijos de Dios,
¡Aclamen la gloria del nombre del Señor,
adórenlo al manifestarse su santidad! R/
¡La voz del Señor sobre las aguas!
El Señor está sobre las aguas torrenciales.
¡La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es majestuosa! R/
El Dios de la gloria hace oír su trueno.
En su Templo, todos dicen: «¡Gloria!».
El Señor tiene su trono sobre las aguas celestiales,
el Señor se sienta en su trono de Rey eterno. R/
Salmo 28, 1a y 2. 3ac-4. 3b y 9b-10
Segunda Lectura
Lectura del Libro del Hecho de los Apóstoles
Entonces, Pedro, tomando la palabra, dijo: «Verdaderamente, ahora comprendo que Dios no hace acepción de personas, y que en cualquier nación, todo el que lo teme y practica la justicia es agradable a él. Él envió su Palabra a los israelitas, anunciándoles la Buena Noticia de la paz por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos. Ustedes saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicaba Juan: cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo, llenándolo de poder. Él pasó haciendo el bien y curando a todos los que habían caído en el poder del demonio, porque Dios estaba con él.
Palabra del Señor, Hechos 10, 34-38
Evangelio según San Lucas
Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías, él tomó la palabra y les dijo: «Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego».
Todo el pueblo se hacía bautizar, y también fue bautizado Jesús. Y mientras estaba orando, se abrió el cielo y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma corporal, como una paloma. Se oyó entonces una voz del cielo: «Tú eres mi hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección».
Palabra del Señor, Lucas 3, 15-16. 21-22
Viene el Señor
En torno al Bautista se reunía un pueblo fatigado por el peso del pecado, las luchas políticas internas y la tiranía del imperio romano. Guerras, pobreza, esclavitud y falsos profetas amigos del poder, hacían que esa esperanza del Mesías empezará a desaparecer. Juan se alza en medio de ellos como una respuesta de Dios a tanto sufrimiento y muerte; un voz que grita en medio del desierto que el Dios vivo está llegando para devolver a sus hijos la paz, la libertad y la justicia. Y ese Dios vivo era Jesús, el Mesías, la promesa cumplida del Señor. En esa tarde a las orillas del Jordán, el cielo se abrió y Dios, en toda su plenitud —Padre, Hijo y Espíritu Santo— se hizo presente para enseñarles el Camino que debían transitar. Un camino de Cruz, sí. Cruz de vida y resurrección.
En este comienzo de año, dejémonos bautizar por toda la plenitud de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, como en aquel Jordán, para seguir a Jesús, como aquellos primeros discípulos, y ser Reino de Dios en medio de un mundo absurdo, que busca a tientas el Mesías que venga a salvarlos.
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