Encabezado
Primera Lectura
Lectura del Primer Libro de Samuel
Saúl bajó al desierto de Zif con tres mil hombres, lo más selecto de Israel, para buscar a David en el desierto.
David y Abisai llegaron de noche, mientras Saúl estaba acostado, durmiendo en centro del campamento. Su lanza estaba clavada en tierra, a su cabecera, y Abner y el resto de la tropa estaban acostados alrededor de él.
Abisai dijo a David: «Dios ha puesto hoy a tu enemigo en tus manos. Déjame clavarlo en tierra con la lanza, de una sola vez; no tendré que repetir el golpe». Pero David replicó a Abisai: «¡No, no lo mates! ¿Quién podría atentar impunemente contra el ungido del Señor?».
David tomó la lanza y el jarro de agua que estaban a la cabecera de Saúl, y se fueron. Nadie vio ni se dio cuenta de nada, ni se despertó nadie, porque estaban todos dormidos: un profundo sueño, enviado por el Señor, había caído sobre ellos.
Luego David cruzó al otro lado y se puso en la cima del monte, a lo lejos, de manera que había un gran espacio entre ellos. Y gritó:
«¡Aquí está la lanza del rey! Que cruce uno de los muchachos y la recoja. El Señor le pagará a cada uno según su justicia y lealtad. Porque hoy el Señor te entregó en mis manos, pero yo no quise atentar contra el ungido del Señor».
Palabra de Dios, 1° de Samuel 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23
Salmo responsorial
R/El Señor es bondadoso y compasivo
Bendice al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga su santo Nombre;
bendice al Señor, alma mía,
y nunca olvides su beneficios. R/
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus dolencias;
rescata tu vida del sepulcro,
te corona de amor y de ternura. R/
El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
no nos trata según nuestros pecados
ni nos paga conforme a nuestras culpas. R/
Cuanto dista el oriente del occidente,
así aparta de nosotros nuestros pecados.
Como un padre cariñoso con sus hijos,
así es cariñoso el Señor con sus fieles. R/
Salmo 102, 1-4. 8. 10. 12-13
Segunda Lectura
Lectura de la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios
Esto es lo que dice la Escritura: El primer hombre, Adán, fue creado como un ser viviente; el último Adán, en cambio, es un ser espiritual que da la Vida. Pero no existió primero lo espiritual, sino lo puramente natural; lo espiritual viene después. El primer hombre procede de la tierra y es terrenal; pero el segundo hombre procede del cielo. Los hombres terrenales serán como el hombre terrenal y los celestiales como el celestial. De la misma manera en que hemos sido revestidos de la imagen del hombre terrenal, también lo seremos del hombre celestial.
Palabra de Dios, 1° de Corintios 15, 45-49
Evangelio según San Lucas
Jesús dijo a sus discípulos:
«Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quita el manto, no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames. Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman. Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a aquellos de quien esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo. Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada a cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque el es bueno con los desagradecidos y los malos.
Sean misericordiosos como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con la que ustedes midan también se usará para ustedes».
Palabra de Dios, Lucas 6, 27-34
El Nuevo Reino del Amor
En este pasaje, Lucas reseña la bases del Reino que Jesús viene a proponernos: una nueva forma de convivencia humana, en donde la única ley es el amor y el bien, para todos los seres humanos, sin importar quienes sean, sin esperar agradecimientos ni honores. El amor por el amor mismo; el bien por el bien mismo.
Pero a diferencia de las leyes humanas (necesarias, claro está, para una convivencia social organizada) esta nueva "ley" no es algo que pueda imponerse con el ejercicio de la fuerza; es una ley que debe ser aceptada con convicción y con total libertad. El amor es algo que nace del corazón, una gracia que se despierta en nosotros y nos lleva ha obrar el bien para lo amado. Y es por eso, que el Reino de Dios no era un proyecto político, que venía a imponer un nuevo orden social. El Reino de Dios era una decisión libre de cada ser humano, un cambio profundo de mentalidad y de espiritualidad. Era un propuesta que no todos iban a aceptar y que estaba destinada a chocar con un sistema corrupto político y religioso.
Hoy día, ese proyecto sigue sufriendo la misma oposición, y también es difícil saber cómo realizarlo. A veces pensamos en el surgimiento de un gran líder que traiga una gran revolución, que solo llenará nuestra especie humana de más odio y muerte. Otras creemos que debemos ser nosotros los protagonistas de una gran gesta, o de actos heroicos que sobrepasan nuestra debilidad: y en uno u otro caso, siempre terminamos igual, sin hacer nada, vacíos de esperanza y cargando una enorme frustración...
Sin embargo, hoy como ayer, Jesús hace esta propuesta a hombres y mujeres sencillo, anónimos; hombres y mujeres del montón, muy alejados de grandes gestas y poderes. Esta propuesta te la hace hoy a vos. Y tampoco te propone actos heroicos ni grandes epopeyas. Solo te pide que ayudes a tu vecino o amigo, con lo que esté a tu alcance; que perdones el daño que te hicieron y que, cuando se presente la oportunidad, en lugar de devolver el dolor que llevas adentro, devuelvas perdón, y hagas el bien que no te hicieron. Te pide que seas generoso con el que necesita algo que vos podés darle, sin esperar que te devuelva el favor. Te pide que seas "Mesías" de quien se te acerca, tan simple como eso.
Cada pequeño gesto de amor, por inadvertido que sea, es el Reino que obra, que se asienta, que se extiende, que fecunda el corazón del otro. Y con el tiempo, genera los grandes cambios que nos vuelven mejores seres humanos, hacedores de una mejor sociedad, más justa y con menos necesitados, que resiste a los que buscan el mal.
Comentarios
Publicar un comentario
Comparte con nosotros tu experiencia con Jesús