Encabezado
Primera Lectura
Lectura del Libro del Profeta Amós
¡Ay de los que se sienten seguros en Sión,
y de los que viven confiados en las montañas de Samaria!
Acostados en lechos de marfil
y apoltronados en sus divanes,
comen los corderos del rebaño
y los terneros sacados del establo.
Improvisan al son del arpa,
y como David, inventan instrumentos musicales;
beben el vino en grandes copas,
y se ungen con los mejores aceites,
pero no se afligen por la ruina de José.
Por eso, ahora irán al cautiverio
al frente de los deportados,
y se terminará la orgía de los libertinos.
Palabra de Dios, Amós , 1a. 4-7
Salmo responsorial
R/ Alaba, alma mía, al Señor
El Señor mantiene su fidelidad para siempre,
hace justicia a los oprimidos
y da el pan a los hambrientos. R/
El Señor libera a los cautivos,
abre los ojos de los ciegos
y endereza a los que están encorvados. R/
El Señor protege a los extranjeros
y sustenta al huérfano y a la viuda;
el Señor ama a los justos
y entorpece el camino de los malvados. R/
El Señor reina eternamente,
reina tu Dios, Sión,
a lo largo de las generaciones.
¡Aleluya! R/
Salmom145, 7-10
Segunda Lectura
Lectura de la Primer Carta del Apóstol San Pablo a Timoteo
En lo que a ti concierne, hombre de Dios, practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia, la bondad. Pelea el buen combate de la fe, conquista la Vida eterna, a la que has sido llamado y en vista de la cual hiciste una magnífica profesión de fe, en presencia de numerosos testigos. Yo te ordeno delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y delante de Cristo Jesús, que dio buen testimonio delante de Poncio Pilato: observa lo que está prescrito, manteniéndote sin mancha e irreprensible hasta la Manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Manifestación que hará aparecer a su debido tiempo
el bienaventurado y único Soberano,
el Rey de reyes y Señor de señores,
el único que posee la inmortalidad,
y habita en la luz inaccesible,
a quien ningún hombre vio ni puede ver.
¡A él sea el honor y el poder
para siempre! Amén.
Palabra de Dios, 1° Timoteo 6, 11-16
Evangelio según San Lucas
Jesús dijo a los fariseos:
«Había un hombre rico que vestía de púrpura y lino finísimo y cada día daba espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas. El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado.
En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: "Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan". "Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco pueden pasar de allí hasta aquí". El rico contestó: "Te ruego, entonces, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento". Abraham respondió: "Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen". "No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos se arrepentirán". Abraham respondió: "Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno entre los muertos, tampoco se convencerán"».
Palabra de Dios, Lucas 16, 19-31
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